Hablamos de conflicto cuando tenemos una discrepancia que provoca cierta tensión con una u otra persona. Normalmente los concebimos como algo negativo y para definirlos o caracterizarlos, utilizamos términos como discusión, pelea, enfado, malestar, etc. Dependiendo del objetivo y/o solución que busquemos, si ésta es la pelea o la simple y disfuncional confrontación, entonces concebiré, sin duda, el conflicto como algo negativo. Pero si, por el contrario, lo que busco es dialogar o una confrontación enriquecedora de posturas diferentes, en ese caso el conflicto habrá servido para mejorar y afianzar la relación con el otro.
Podríamos reflexionar teóricamente acerca de numerosos tipos de conflicto existentes : conflictos de relación vinculados a emociones negativas surgentes de relaciones o situaciones interpersonales disfuncionales, con sentimientos de frustración y/o decepción, irritación u ofensa, por poner un ejemplo; podríamos hablar de conflictos de información cuando les falta a las personas la información necesaria para tomar decisiones correctas…, o también podríamos hablar de conflictos culturales o de valores cuando son causados por sistemas de creencias incompatibles o percibidas éstas como incompatibles por las personas o grupos de personas, …
Podríamos continuar señalando diferentes estilos o tipos de respuesta al conflicto – respuestas de tipo competitivo, de evitación, acomodación, respuestas cooperativas…,etc – o señalar, también, los fundamentos teóricos a la base de estos estilos de respuesta, recogidos en libros y textos, para que nos sirvieran de apoyo teórico acerca de cómo afrontar un conflicto. Podríamos continuar abundando en más contenidos teóricos sobre soluciones posibles sin buscar su confrontación real con el día a día, en cuyo caso nuestra concepción sobre el conflicto seguiría siendo la mayor parte de las veces negativa.
Al hablar tanto, en la actualidad, sobre la competitividad y las sociedades competitivas, guiados por esta creencia, vamos a encontrarnos y a “ fabricar “ personas con un comportamiento competitivo, personas que buscan alcanzar sus propias metas sin preocuparse de las necesidades y los intereses de los demás, con una actitud de yo gano y tú pierdes. En estas circunstancias ocurre que para que una persona gane, la otra debiera perder y en muchas ocasiones cediendo su propio interés a favor de evitar el conflicto. Nos convertimos, así, en personas autómatas que, lejos de cooperar y convenir en fórmulas que permitan el gano – ganas, queremos a toda costa satisfacer nuestros propios intereses o, de otro lado, cedemos al poder o intereses de los demás de una forma conformista en detrimento de nuestros intereses propios. Y así seguimos,… a pesar de teorías que nos dicen y demuestran todo lo contrario.
¿ A cuantas personas que conocemos y sabemos de su largo recorrido profesional hemos visto, en ocasiones, perder el control de su estado emocional, olvidando el hecho de que una comunicación abierta, directa y asertiva es el medio y herramienta eficaz para la negociación y el afrontamiento de los conflictos, a la vez de favorecer su propio desarrollo profesional y, por supuesto, personal ?.
… Y es que después de reflexionar sobre el conflicto, llegamos a entender que hay emociones negativas que esconden necesidades insatisfechas en las personas, … aparecen emociones de miedo, culpa, frustración, rabia, envidia,… emociones no expresadas de forma eficaz por miedo a parecer vulnerable, débil,… Nos convertimos en personas individualistas, poco sinceras y poco expresivas que, más que afrontar conflictos de forma eficaz, tratamos más bien de evitarlos, prevaleciendo a su base una emoción sobre las demás, … el Miedo.
Así que si queremos disfrutar de un verdadero bienestar y desarrollo personal y profesional, …
… ¡ Bienvenidos a ” los conflictos ” y al afrontamiento del miedo !